La diversidad biológica suele entenderse en términos de la gran variedad de plantas, animales y microorganismos, pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie -por ejemplo, entre variedades de cultivos y razas de ganado- y la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, paisajes agrícolas) que albergan múltiples tipos de interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales).
Los recursos de la diversidad biológica son los pilares sobre los que construimos civilizaciones. El pescado proporciona el 20% de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana procede de las plantas. Hasta el 80% de las personas que viven en zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicinas tradicionales a base de plantas para su atención sanitaria básica.
Pero la pérdida de biodiversidad amenaza a todos, incluida nuestra salud. Se ha demostrado que la pérdida de biodiversidad podría expandir las zoonosis -enfermedades transmitidas de animales a humanos- mientras que, por otro lado, si mantenemos la biodiversidad intacta, ofrece excelentes herramientas para luchar contra pandemias como las causadas por los coronavirus.
Aunque cada vez se reconoce más que la diversidad biológica es un activo mundial de enorme valor para las generaciones futuras, el número de especies se está reduciendo considerablemente debido a determinadas actividades humanas. Dada la importancia de la educación pública y la concienciación sobre este tema, la ONU decidió celebrar anualmente el Día Internacional de la Diversidad Biológica.