El 2021 puede ser considerado como “desacoplado”, en materia de precipitaciones; si uno observa los registros históricos de lluvias en esta zona y los periodos en que usualmente se registran precipitaciones importantes, notara que la curva promedio es una sigmoides con un domo en Otoño y otro domo en Primavera, descendiendo en invierno y ascendiendo en verano y que en promedio ocurren entre 1100 y 1200 mm al año.
En general los meses primavero estivales tienen acumulados que llegan normalmente casi al 60% de lo que precipita anualmente y el otoño e invierno recibe acumulados de casi el 40%.
¿Qué sucedió este año? La sumatoria de los registros mensuales dio 1209 mm o sea que llovió algo más de 50 mm superior al promedio, empero los acumulados mayores se dieron en verano y otoño al iniciar el año y los acumulados menores en invierno y primavera, o sea no coincidieron los momentos en que estadísticamente vemos los mayores y menores acumulados; por ello los lotes de trigo tuvieron muy buen rendimiento con acumulados ente marzo, abril y mayo cercano a los 500 mm, 200 mm superior al promedio; precipitación ausente en los meses de octubre y diciembre del año 2021, como se observa en la gráfica adjunta.
Los estudios probabilísticos, con modelizaciones matemáticas que realizan distintos países para un sitio determinado y en particular para nuestro hemisferio sur, coincidían en su mayoría sobre las probabilidades de ocurrencia de un evento “niña” para el 2021 y que se caracteriza entre otros aspectos, por precipitaciones menores a las normales o promedio, lo cual finalmente ocurrió lamentablemente en Entre Ríos, durante el segundo semestre del año.
El impacto mayor cayó sobre el maíz que no se instalo en agosto como debería haber ocurrido porque los acumulados de invierno fueron muy pobres, por lo tanto, la siembra se traslado a septiembre con lo cual su “periodo crítico” o sea pre y post floración llego a diciembre donde prácticamente no llovió y se registraron temperaturas anormales para la época, una combinación nefasta para el cultivo.
La baja en producción lechera y en los casos en que se manejan raciones y mezclas de forraje conservado “RTM”, prácticamente es menos observada; ha sido más notable, en los casos de los tambos más bien pastoriles donde hay mayor exposición y consumo de forrajes en pie, ahora con baja oferta e inferior calidad.
En la apicultura los años en que la primavera es más bien pobre en lluvias, normalmente la favorece y este año en particular ya se ha cosechado valores cercanos al promedio o sea entre 30 a 35 kg y restan unos tres meses que pueden superar estas cifras; si hay que decir que las temperaturas de diciembre provocaron “stress” en las colonias de abejas generando un desbalance entre la muerte natural y el recambio de la abeja, provocando una disminución notable de la población observada ya a partir del primer tercio del mes de diciembre.
Una vez más podemos observar que el denominado cambio climático está presente, con notables variaciones de temperatura y situaciones contrastantes en cantidad e intensidad de precipitaciones. Esta situación genera mucha inquietud en el sector productivo ya que estamos atravesando una sequia muy prolongada, altas temperaturas, que genera zozobra con la faltante de agua en los sitios naturales, en la producción de granos y oleaginosas entre los productores agrícolas y en una época fundamental donde se definen cantidad y calidad en forrajes conservados, que se consumen a lo largo del año en curso.
P/Of Tc Cerrito
Ing. Agr. Roberto E. Ludi