En el marco del mes de la Mujer, desde la Municipalidad de Cerrito compartimos entrevistas con mujeres de nuestra ciudad para destacar sus trayectorias en la comunidad.
Buscando la manera de aportar ingresos a su hogar con una actividad fuera de su casa, Cristina Pertus tomó la iniciativa de conducir un remis. Desde hace siete años, transita las calles de nuestra ciudad y recorre nuevos caminos, disfrutando siempre de sus experiencias.
Cristina es madre de tres hijos y una abuela incondicional. Siempre dedicada al bienestar de su familia, junto a su esposo emprendieron el desafío para iniciar su servicio de remis. Con siete años de experiencias y altibajos, nos cuenta su camino y sus metas.
¿Cómo surge la idea de ser remisera?
La iniciativa empieza con la necesidad de sumar ingresos y realizar una actividad fuera de casa. En el 2014 me ofrecí para chofer de remis, pero cuando llegué el puesto ya estaba ocupado. Así que con el apoyo de mi esposo compramos mi primer auto. Me inscribí y cuando tuve todo en regla comencé a andar por caminos y rincones que no conocía. A veces me guiaban por teléfono para llegar a destino.
¿Ha sentido temor al salir a lugares que no conoce?
Me gusta el andar y no tengo miedo, sí, tengo cuidado. Es un trabajo donde estoy muy expuesta. En este oficio se escuchan muchas historias y vivencias buenas y no tanto, saco siempre lo mejor de ellas. Y al ir conociendo a las personas, uno aprende a no quejarse por pavadas.
En algunos casos me llaman por ser mujer y la confianza de tener el mismo género. En el pueblo siempre fui bien aceptada. Mi primer base fue la Terminal de Ómnibus. Allí conocí excelentes personas desde el personal de mantenimiento, las chicas del kiosco y la boletería.
¿Qué satisfacciones le brinda su trabajo?
Durante años vengo trabajando con chicos, llevándolos a terapia. Haberlos conocido es lo mejor que me ha pasado. Me enseñaron todo. Disfruto cada viaje y momentos con ellos. Conocer a sus admirables mamás, luchadoras incansables…
Son los viajes, mi casa, mis hijos y su apoyo incondicional, todo lo que necesito para sentirme feliz.
¿Vivió alguna situación de discriminación por ser remisera?
En el camino no fue todo color de rosas. Si alguna persona me hostigó en el comienzo por ser mujer, lamento decir que sí. Y volver a esos momentos me hace sentir muy mal.
Recuerdo que tuve que llegar a hacer exposiciones y avisar donde iba cuando me llamaban para un viaje de noche. Una persona se presentaba todos los días en mi lugar de trabajo y comenzaba a reírse, burlarse, a hacerme señales obscenas, a tocar sus partes íntimas. Nunca sentí odio ni miedo, siempre cuidado sabiendo que se trataba de un enfermo al que nunca crucé palabra. Más allá de eso, jamás bajé los brazos. No iba a permitir que fracase todo por lo que tanto quería, mi lugar.
¿Qué proyectos tiene para delante?
No tengo nuevos proyectos en sí, más ahora con la situación de pandemia. Lo que tengo siempre son metas a cumplir. Siempre me las propongo, pienso en algo y trato de cumplir en eso.
Cuando las cosas me hacen mal, trato de olvidarlas, siempre miro para delante. Siempre lo hice y lo haré.
Una anécdota de estos años:
Un día de mucha lluvia un auto quedó varado al borde de la ruta y me llamaron para transportarlos. Eran 4 chiquitos y un adulto. Al más chico en broma, le dije “enano, vos vas en el baúl”. Entretenida sacando los calzados embarrados y acomodando cinturones, no me fijé en el pequeño. Cuando volví al baúl a llevar los zapatos, me encontré con el chiquito sentado como chinito mirándome todo mojado. Al preguntarle que hacía ahí, me respondió moviendo sus manitos “usted me dijo que viajara en el baúl. Me inundó el corazón tanta inocencia.