Se trata de un proyecto de construcción responsable, realizado por 3 amigos de la ciudad argentina de Alta Gracia, provincia de Córdoba, Fabián Saieg, Leo Lima y Leandro Míguez, que consiste en la producción de ladrillos a través del reciclaje de botellas de plástico para reducir la contaminación. Los ladrillos creados con estos materiales y destinados a familias necesitadas son también un medio para despertar conciencia sobre la importancia del reciclaje, generar impacto positivo ambiental y social, y promover la participación cultural en las comunidades.
“Por cada ladrillo se reciclan 20 botellas. Además de usar como materia prima un desecho, todo el proceso de producción es limpio. Ver que la basura está ayudando a alguien en un barrio nos llena de alegría. Formamos redes para recolectar el plástico y transformarlo. Generamos alianzas con empresas y gobiernos para que los ladrillos lleguen al barrio sin ningún tipo de costo para el usuario”, comenta Saieg.
Los ladrillos tienen la certificación técnica otorgada por la Secretaría de ONU-Hábitat. Han sido desarrollados y patentados por el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Se necesitan 20 botellas de plástico reciclado para producir una pieza y cada una tiene características como las de un ladrillo de arcilla, pero con un mejor rendimiento como aislamiento térmico.
“Somos 3 amigos de toda la vida que teníamos ganas de hacer algo por nuestra sociedad. Queríamos trabajar en lo ambiental pero también en lo social. Eso nos llevó a investigar sobre las problemáticas actuales referidas a temas ambientales y dimos con cifras impactantes en cuantos desechos sólidos, como por ejemplo que los argentinos tiramos 12 millones de botellas plásticas en un solo día… sólo el 15% se recicla”, comentan los jóvenes en su página.
Desde 2014, EcoInclusión ha sido autorizada para producirlos. Para lograr su principal objetivo han generado dos vías de recolección de materia prima:
En la Argentina se recupera apenas el 15% de los desechos plásticos. Partiendo de esa base, los tres amigos pensaron en utilizar ese gran volumen de basura en algo productivo: convertir los materiales en ladrillos.
El objetivo es transformar la basura en un insumo para mejorar el medio ambiente y ayudar a quienes más lo necesitan a través de construcciones sociales que permiten cambiar la realidad de comunidades en situación de vulnerabilidad.
Los jóvenes de EcoInclusión, que tienen entre 27 y 28 años, comenzaron su proyecto en 2014. En un comienzo montaron una planta y la equiparon con maquinarias que adquirieron con sus propios ahorros.
La iniciativa cuenta con el apoyo al Centro Experimental de la Vivienda Económica (Ceve) del Conicet en Córdoba.
Fuente y créditos fotografías: EcoInclusion