Cada 9 de julio celebramos un nuevo aniversario de la declaración de nuestra independencia, que tuvo lugar en San Miguel de Tucumán en 1816. Este hecho histórico marcó la ruptura de la dependencia política de la corona española.
En aquel año se presentaba un contexto internacional sumamente complejo, dado que España se había liberado de los franceses y el Rey Fernando VII volvía a ocupar el trono para retomar una política absolutista, dispuesta a recuperar los territorios americanos en manos insurgentes. El ejército realista había comenzado a avanzar por toda la región, derrotando a gran parte de los movimientos independentistas iniciados en 1810.
La situación era doblemente delicada, ya que también se producían continuos enfrentamientos con las provincias que no aceptaban al gobierno central constituido en Buenos Aires.
En este escenario, Buenos Aires se encontraba en la disyuntiva de rendirse o redoblar la apuesta ante la nueva avanzada realista. Así, se convocó en San Miguel de Tucumán al Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica.
Lo trascendental del Congreso de Tucumán fue que el 9 de julio de 1816, los representantes firmaron la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas, afirmando su voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”.
La independencia, junto a la organización final del plan de guerra de José de San Martín, quien sería el garante de la misma, se constituyen como dos hechos fundamentales para nuestra historia nacional.
A 208 años de declararnos independientes, resaltamos la vital importancia de pensar esta fecha como la ocasión en que se asumió por primera vez una manifiesta voluntad de emancipación, tras el proceso político iniciado con la Revolución de Mayo de 1810.